miércoles, 10 de febrero de 2010

LA GUERRA DE LOS TRES ENRIQUES

A PEDIDO DE UN GRUPO DE ALUMNOS DE SACO OLIVEROS EN BARRANCO, UN RESUMEN DEL CONFLICTO CIVIL EN FRANCIA, DURANTE EL CONTEXTO DE LAS GUERRAS DE RELIGIÓN ENTRE PROTESTANTES Y LA LIGA CATÓLICA Y LA LLEGADA AL PODER DE ENRIQUE IV DE NAVARRA,; PRIMER BORBÓN (PARIS BIEN VALE UNA MISA)


ENRIQUE IV

Octava Guerra de Religión o Guerra de los tres Enriques (1585–1598)

El duque Enrique de Guisa en 1588.La situación aún se complicaría más cuando se hizo patente que el homosexual Enrique III no tendría descendencia. Al morir Anjou se produjo una terrible crisis dinástica, ya que la corona correspondía legítimamente al hugonote Enrique de Navarra, en su condición de primo de Enrique III en vigesimoprimer grado y descendiente directo de Roberto de Clermont, sexto hijo de Luis IX de Francia. Enrique III dejó claro que reconocía al Borbón por sucesor suyo (esperando que se reconvirtiera al catolicismo), pero la Liga Católica no reconoció sus derechos, sino los de su tío el anciano Cardenal de Borbón.
Estalló entonces la más larga y encarnizada de todas las Guerras de Religión, la conocida como "Guerra de los tres Enriques”, puesto que en ella combatieron Enrique III, Enrique de Navarra y Enrique de Guisa. Frente a los hugonotes aliados con la Corona, la Liga Católica contaba con el apoyo militar y financiero de España y, tras el fracaso del intento de la reina madre para negociar con Guisa, la Liga se hizo pronto con el control de todo el norte y el noroeste de Francia amenazando París. Enrique III, atrapado, se avino a firmar el Tratado de Nemours, el 7 de julio de 1585, por el que revocaba todos los anteriores edictos de tolerancia y prohibía el protestantismo. Enrique de Navarra, al ser un hereje, quedaba excluido de la sucesión al trono. Además, la Liga tomó control de numerosas ciudades.
Enrique de Navarra, apoyado militarmente por el Palatinado y Dinamarca, se convenció de que sólo una victoria decisiva sobre los Guisa podría devolverle su lugar en la sucesión. La escala de conflicto aumentó a raíz de la ejecución de María Estuardo en febrero de 1587. Decidido a acabar con Inglaterra, Felipe II necesitaba de una Francia pacificada para emprender su campaña contra Isabel Tudor. Sin embargo, las fuerzas católicas dirigidas por los favoritos del Rey fueron derrotadas, y la Liga exigió la entrada en vigor de lo acordado en Nemours, así como la publicación de las disposiciones conciliares de Trento, la introducción de la Inquisición y la confiscación de bienes de los protestantes para sufragar la guerra. Los enfrentamientos entre católicos y protestantes se endurecieron con la alianza entre los protestantes y los rebeldes neerlandeses alzados contra España, y la de los católicos de la Liga con Felipe II de España. Despreciado por España y por la Liga, Enrique III fue incapaz de mantener su autoridad y debió huir de París tras la "Jornada de las Barricadas", el 12 de mayo de 1588. Guisa se hizo con el control de la capital, apoyado por la población. Finalmente, Enrique III acepta las exigencias de la Liga (5 de julio de 1588), a cambio de que rompiera de inmediato su alianza con España. El acta de Unión publicada el 21 de julio amnistiaba a los participantes en la "Jornada de las Barricadas", reconocía al Cardenal de Borbón como heredero del reino, nombraba a Guisa teniente general y concedía tierras y beneficios al clan y sus partidarios.
Enrique IV en la última década del siglo XVI.Pero el fracaso de la Armada Invencible infundió nuevos ánimos en el Rey y el partido de los “políticos”, en tanto que los Guisa sufrían un duro revés. Enrique III, envalentonado, trató de someter a la Liga, y ordenó el asesinato de Enrique de Guisa durante la reunión de los Estados en Blois. Guisa murió el 23 de diciembre de 1588 a manos de la guardia real, y a continuación fueron encarcelados el hermano del Duque, el cardenal Luis de Guisa (asesinado poco después) y toda su camarilla. Los cadáveres de los Guisa fueron incinerados en una estufa del Castillo de Blois, para evitar que las tumbas de los "mártires" se convirtieran en objeto de veneración de la Liga Católica. Unos días después, el 5 de enero de 1589, la reina madre Catalina de Médicis moría, y el Rey se alió nuevamente con Enrique de Navarra para combatir a los Guisa. Tras varios meses de sangriento conflicto, el 1 de agosto Enrique III fue asesinado por el monje dominico Jacques Clément mientras intentaba tomar París. El jefe de los hugonotes, Enrique de Navarra, se convirtió así en rey de Francia con el nombre de Enrique IV
Con la desaparición violenta del monarca la guerra civil francesa entró en su última etapa: la lucha por la sucesión al trono de Francia y la reconquista del reino. La Liga proclamó al Cardenal de Borbón como Carlos X, pero poco después fue capturado por Enrique IV. Los papeles se invirtieron, y los hugonotes se convirtieron en legitimistas, pasando a defender el derecho hereditario y la autoridad real, unidos a los politiques y a los realistas que apoyaban al Borbón, exaltando la soberanía del rey y la necesidad de obediencia. La Liga, por otro lado, hizo suyos los temas del derecho a la resistencia y de la soberanía popular difundidos por los hugonotes. España intervino activamente, decidida a evitar el ascenso al trono francés de un hereje y a promover la candidatura de la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II e Isabel de Valois. Tras cuatro años de lucha, la conversión de Enrique IV al catolicismo en julio de 1593 le abrió las puertas de París y le permitió alcanzar una tregua con la Liga. Enrique IV mantuvo aún una guerra contra Felipe II de España que terminó el 2 de mayo de 1598 con la Paz de Vervins. El problema religioso quedó zanjado con el Edicto de Nantes, el 13 de abril de 1598, en el que se recogían todas las disposiciones relativas a la tolerancia religiosa que se habían recogido anteriormente, y que entró al fin plenamente en vigor.

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